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sábado, 16 de abril de 2011

El semáforo

La novia de uno de mis hermanos trabaja en una empresa que se dedica a la instalación de semáforos en Madrid. Hace poco tiempo el ayuntamiento decidió cambiar el diseño de los semáforos; ponerlos más modernos, con leds, que gastan menos. El caso es que ella se llevó a casa un semáforo de los antiguos. Se lo quedó con la idea de instalarlo en la puerta del baño y que cambiase de color si estaba (el baño) libre de polvo y paja o si por el contrario alguien estaba ocupado en algo que hace el rey y hace el papa y de lo que nadie se escapa.
En su piso sólo viven ellos, es decir, tampoco es tan dificil averigüar si el baño está libre u ocupado sin necesidad de luces de colores, pero mi cuñada es una decoradora autodidacta con una mente creativa, pero poca maña en cuestiones eléctricas. Y recurrieron a mí, que se supone que debo saber de eso. Queremos que se ponga en rojo cuando haya alguien dentro y que cuando esté libre se ponga en verde, me dijeron. Yo prometí que me pensaría un sistema y le dí algunas vueltas al asunto. Todo pasaba por instalar unos sensores de movimiento en el interior conectados a las luces del semáforo. Pero ¿qué pasaba si alguien se sentaba en la taza bien quietecito?.
 Decidí que era mejor un pulsador en el interior y que quien ocupase el baño lo accionase a voluntad. Pero mi cuñada adujo que a los cuatro días se cansarían y dejarían de accionar las luces, que tenía que ser un sistema automático.
 Al final me he decidido por el ámbar. Hacer que parpadee como en una esquina también ha tenido su miga, pero aunque ya sé que no es lo que ellos querían, a falta de un técnico más cualificado he logrado convencerlos de que nunca se sabe cuando puede uno tener un apretón y que en esas circunstancias igual no se mueve uno mucho y el sensor no lo detecta, o se olvida de darle al interruptor y el semáforo sigue en verde a la espera de que pique alguien. Total que ahora tienen un lavabo con un semáforo en la puerta que en realidad no sirve para nada. Quizás una metáfora de mi vida. Las cosas no suelen salirme como las había planeado sino que más bien terminan siendo un sucedaneo, algo que se queda en la intención de otra cosa que realmente nunca llegó a funcionar. Un semáforo en ámbar.

(foto extraída de la web)

4 comentarios:

  1. Por lo menos hiciste algo. Mejor una luz ámbar que nada.

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  2. La historia me ha divertido muchisimo!!!
    Me he reido mucho, mucho.

    Disculpame por no pasarme antes por tu blog ya me estoy poniendo al dia!!

    Gracias por hacerme reir con estas ocurrencias!!!

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  3. Montse: sí que hice algo. Mejor una luz ámbar que nada, tienes razón si eres de las que ven la botella medio llena.

    Hayuni: me alegro de que te hayas reido. Reirse siempre es bueno.

    Gracias por vuestros comentarios.

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  4. Jajaja, también podrían correr un pestillo sobredimensionado que dé al interruptor o algo así ¿no? O un sensor que tapas con el pestillo quizás. Bueno, yo soy inútil en estas cosas eléctricas cuando se pasa de la mera idea inicial. Pero me encantan los semáforos, tengo uno, pero es de cartón y papel celofán, lo hice como atrezzo para una obra de teatro y ahora está en un ropero :(

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