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martes, 4 de septiembre de 2012

EL PROFESOR

Lo reconocí en la cola del supermercado. Al principio tenía mis dudas, sobre todo por el aspecto de su ropa ajada y por su barba entrecana. Había envejecido, como es natural después de tantos años, pero me pareció un anciano frágil y eso me sorprendió mucho.
Cuando yo lo conocí era un torbellino de actividad, nervioso, no paraba quieto y a veces costaba un poco seguir el hilo de sus explicaciones, pero el entusiasmo que ponía en sus clases suplía largamente cualquier otra consideración. Se notaba que amaba su profesión y ese amor se contagiaba como un virus que se transmite por el aire. El virus del amor por la literatura.
-Profesor, discúlpeme. Soy M. R., fuí alumno suyo en secundaria, me dió clases durante dos años, pero no se acordará de mí.
Echó la cabeza hacia atrás, como para tomar distancia, y me observó un instante. Yo también le observé a él. El pelo largo y revuelto, la barba descuidada y un aire ausente, pero sus ojos... Sus ojos. Detrás de sus gafas de concha, sus ojos brillaban con intensidad, esos increibles ojos azules en los que extrañamente no había reparado nunca.
-Sí, bueno... ya recuerdo sí. ¿Cómo le va?.
-Me va bien -dije yo -Le he reconocido por casualidad, quiero decir, que han pasado muchos años. ¿Sigue con sus clases?.
Pagó la cuenta de la compra sacando los billetes del bolsillo interior de su chaqueta y desdoblándolos y alisándolos cuidadosamente. Había comprado cuatro cosas, pero se demoró en la operación tomándose su tiempo antes de contestar.
-Ah, eso. No, ya no.
Entonces se giró para marcharse, pensativo. Yo supe que no me había reconocido. Lo agarré por el brazo un momento y le dije:


Detente sombra,de mi bien esquivo
  imagen del hechizo que más quiero,
  bella ilusión por quien alegre muero,
  dulce ficción por quien penosa vivo.

  Si al imán de tus gracias atractivo
  sirve mi pecho de obediente acero,
  ¿para qué me enamoras lisonjero,
  si has de burlarme luego fugitivo?

  Mas blasonar no puedes satisfecho
  de que triunfa de mí tu tiranía;
  que aunque dejas burlado el lazo estrecho

  que tu forma fantástica ceñía,
  poco importa burlar brazos y pecho
  si te labra prisión mi fantasía.

Entonces se dió la vuelta y me miró. Yo le sostuve la mirada, dudando si había hecho bien recitándole el poema. Al fin y al cabo ¿qué sabía yo de su vida? la verdad es que no tenía aspecto de que las cosas le fueran demasiado bien.
-Sor Juana -le dije-. ¡Qué grande!
-Sí, sor Juana -dijo él.

Entonces dejó la bolsa de la compra en el suelo, se ajustó las gafas dejándolas caer sobre la punta de la nariz, me miró por encima de ellas y sonriendo, me dió unas palmaditas en el hombro.
- Los clásicos M, siempre los clásicos, recuérdelo.
Se dió la vuelta y salió arrastrando los pies. Yo sabía que ahora sí me había reconocido y lo ví marchar con una mezcla de gratitud y de congoja en la garganta.

23 comentarios:

  1. Me pusiste los pelos de punta.
    Yo he sido alumna y recuerdo a casi todos mis profesores con mucho cariño, a casi todos eh? algunos más que otros.
    Ahora soy profesora...la pregunta es, se acordarán ellos de mi con el mismo cariño que yo por los mios?
    Sinceramente no dudo que alguno no lo haga, de hecho, ya he tenido alguna experiencia (lejos de tu historia), con mucho menos tiempo de por medio, pero si, se acuerdan, pero sólo alguno.
    Los adolescentes de hoy en día, están hechos de otra pasta. No sienten los valores como lo hacíamos nosotros.

    Pero la verdad es que tu historia me puso la piel de gallina. pensando en que tal vez, algún alumno un dia dentro de unas cuantas decenas de años se acuerde de mi de ese modo.
    Sería fantástico.

    Besitos mediterráneos.

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    1. Gala: Apuesto mi brazo derecho a que se acordarán de tí. Algunos, pero eso es lo normal. Pese a todo, algunos se acordarán porque estoy seguro de que pones en tus clases la misma pasión que pones escribiendo en tu blog ;)

      Un beso.

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  2. Me has emocionado. A los profesores, a los padres, a los abuelos, a los buenos jefes que nos trataron como hijos... Verles en momentos de decadencia, descubrir que no son los superhéroes que pensábamos de niño, duele. No puedes decir por qué, pero en momentos como este tuyo del supermercado, te das cuenta de la fragilidad del ser humano, de cómo los héroes sólo lo son porque nosotros lo decidimos así, no porque tengan superpoderes. Hace poco me pasó algo parecido, me encontré con una de mis primeras maestras. De niña ella me daba un beso, me manchaba la mejilla y yo levantaba la cara mientras ella intentaba borrar el pintalabios. Pero esta vez fue al revés. Fui yo la que la manché de rojo, la que le quitó el carmín mientras ella levantaba la cabeza mostrándome su cara surcada de arrugas. Sentí un poco de pena al verla alejarse cargada con sus bolsas de la compra. Me resistía a reconocer en aquella anciana a la apasionada mujer que me enseñó a contar versos y la magia de las matemáticas. Una entrada muy evocadora, entrañable y melancólica. Espero que tu garganta esté ya libre de congoja.

    Un beso

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    1. Dorothy: Es así. Cuando no ves a una persona, permanece en tu imaginación con la edad que tenía la última vez que la viste, no importa el tiempo transcurrido. De repente te sorprendes encontrándote con alguien a quien recordabas en su plenitud y te duele de una manera que no soy capaz de explicar.

      un beso.

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    2. M., no sé si te has explicado como querías, pero ese dolor y ese cariño está en cada una de tus palabras, tus espacios, tus puntos y tus comas.

      Un beso

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  3. Manuel..." El profesor "

    Muchas veces para no quedar mal con la otra
    persona decimos conocerla, que nos acordamos de ella, pero no es asì.
    Has hecho bien en hacerle recordar...ademàs me has dejado pensando...
    eras un buen alumno, porque sino no te dabas a conocer jajaj

    un beso

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    1. Doris Dolly: Era un buen alumno para algunas cosas jajaja, para otras no tanto.

      Un beso.

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  4. Te comprendo a la perfección... Desde el principio, al final.

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  5. La clave de una de mis cuentas, está íntimamente relacionada con un profesos de literatura, así que, fíjate si te comprendo...

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    1. brisa: Eso es porque tú también estás inoculada del virus ;)

      Un abrazo.

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  6. ¡Qué bien has retratado la amargura de quienes, en su retiro, luego de haber entregado al vida con pasión a la enseñanza, se ven tan mal pagos y reconocidos que hasta llegan a cuestionarse el sentido mismo que le dieron a sus vidas! Merecida alegría le diste al recitar esos versos y hacerle notar que lo que en vos sembró, sigue creciendo.
    Muy emotiva historia.

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  7. Neogéminis: Gracias. Es muy poco pago para una de las personas que me hizo vivir tantas aventuras y amar tantas cosas.

    Me alegro de que te guste.
    Un abrazo.

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  8. M., a este paso, cuando te encuentre por la calle te reconoceré. Se van juntando datos tuyos en las entradas.
    ¿Si te veo tomando un café te resumo esta entrada o cómo hacemos? Eso sí, invitas tú.
    Beso.

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    1. Puedes probar, pero ya te adelanto que no tomo mucho café jajaja.

      Un beso.

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    2. Quien dice café dice unos lasgostinos en una terraza.

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    3. Quien dice café dice unos langostinos en una terraza.

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  9. Una entrada muy entrañable y melancólica. Me has hecho sentir anhelos de personas que conocí. Es difícil que en mi caso esto ocurra, cada pocos meses cambiaba de lugar y de escuela. Pero siempre recordaré a una profesora muy joven que me hizo enamorarme de las matemáticas, encontrarla en mi infancia sé que cambió mi percepción del mundo.
    Gracias por esta entrada.

    Besitos

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    1. Elysa: Es una suerte tener uno de esos profesores que te hacen amar la cultura, vestida de la asignatura que sea.

      Ahora ya me has dejado intrigadísimo: ¿Cómo es eso de que cambiabas de colegio cada pocos meses? ¿Formabas parte de una compañía de circo itinerante?

      Un beso.

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    2. Pues casi que se parecía a eso, pero no, mi padre trabajaba en la construcción de autopistas, manejaba una excavadora muy, muy "gorda" y era el que iniciaba las obras, pero nunca la llegábamos a ver terminar. Era divertido y fascinante subirse en ella y también era divertido cambiar de lugar.

      Besitos

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  10. La nostalgia y el desencanto muy bien contados.
    Me ha gustado mucho.

    Abrazos entrañables.

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    1. Lola Sanabria:

      Muchas gracias, eres muy generosa.
      Me alegro de verte por aquí.

      un abrazo.

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  11. Qué bonito. Qué pocos profesores de verdad quedan. Hace poco me paró uno de los míos por la calle y tuvimos una conversación hermosa de la cultura, el tiempo, los recuerdos y el futuro que hoy ya es presente.

    Otro beso.

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    1. Lydia: Quedan pocos, pero estoy seguro de que la culpa no es de ellos. En la mayoría de los casos un sistema educativo nefasto impide que desarrollen mejor su trabajo. Por eso las excepciones tienen tanto mérito.

      Un beso.

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