Los circos siempre me han parecido melancólicos, como los últimos supervivientes de un mundo que ha dejado de existir sin que ellos se dieran cuenta... La lluvia sobre la carpa, ese repiqueteo constante, hace más dramático aún ese mundo que, desde que me hice adulta, no puedo dejar de mirar con cierta ternura.
Dorothy: Lo mismo me pasa a mí. Siento que es un mundo crepuscular, que se extingue. Una vez conocí las interioridades del circo de un famoso domador de leones y la verdad es que era triste. Un mundo que se acaba y del que ya solo quedan las brasas.
A mí siempre me hacen llorar los circos. No sé, los encuentro mitad decadentes, mitad entrañables.
También es que cuando era muy pequeña quería escapar con un circo de mi infancia cutre y hacerme trapecista... y todo se me mezcla viendo tus imágenes.
Vuelvo en otro rato a mirar el resto, que tiene muy buena pinta. Un beso,
Tesa Medina: Me alegro de que te gusten las fotos, viniendo de ti es un halago impresionante.
Me hace gracia eso de que querías ser trapecista. Ahora resulta un deseo anacrónico, pero hace años, cuando éramos niños, tenía mucho sentido. No sé tú, pero de todas formas, yo tengo a menudo la sensación de estar en un trapecio. Y sin red que amortigüe la caída.
Llegan estas fechas y empiezan a aparecer, por lo menos aquí. Antes podía suceder en cuanlquier momento, ya casi se van diluyendo entre las gotas de lluvia, pronto serán un recuerdo nada más.
Elysa: Supongo que será así. Al menos desaparecerán los circos itinerantes, que ya son una debil sombra de lo que fueron en el pasado. Quedarán esos grandes circos, totalmente reciclados y casi sin animales en los que los artístas se alojan en hoteles entre función y función.
Los circos me entristecen...si además están bajo la lluvia, uff!
ResponderEliminarBesos,
Pat.mm: A mí también me entristecen. Me parece que son el reflejo de un mundo que se acaba y me da pena.
ResponderEliminarUn beso.
Los circos siempre me han parecido melancólicos, como los últimos supervivientes de un mundo que ha dejado de existir sin que ellos se dieran cuenta... La lluvia sobre la carpa, ese repiqueteo constante, hace más dramático aún ese mundo que, desde que me hice adulta, no puedo dejar de mirar con cierta ternura.
ResponderEliminarUn beso
Dorothy: Lo mismo me pasa a mí. Siento que es un mundo crepuscular, que se extingue. Una vez conocí las interioridades del circo de un famoso domador de leones y la verdad es que era triste. Un mundo que se acaba y del que ya solo quedan las brasas.
EliminarUn beso.
Qué fotos más bonitas y melancólicas, M.
ResponderEliminarA mí siempre me hacen llorar los circos. No sé, los encuentro mitad decadentes, mitad entrañables.
También es que cuando era muy pequeña quería escapar con un circo de mi infancia cutre y hacerme trapecista... y todo se me mezcla viendo tus imágenes.
Vuelvo en otro rato a mirar el resto, que tiene muy buena pinta. Un beso,
Tesa Medina: Me alegro de que te gusten las fotos, viniendo de ti es un halago impresionante.
EliminarMe hace gracia eso de que querías ser trapecista. Ahora resulta un deseo anacrónico, pero hace años, cuando éramos niños, tenía mucho sentido.
No sé tú, pero de todas formas, yo tengo a menudo la sensación de estar en un trapecio. Y sin red que amortigüe la caída.
Un beso.
Llegan estas fechas y empiezan a aparecer, por lo menos aquí. Antes podía suceder en cuanlquier momento, ya casi se van diluyendo entre las gotas de lluvia, pronto serán un recuerdo nada más.
ResponderEliminarBesitos
Elysa: Supongo que será así. Al menos desaparecerán los circos itinerantes, que ya son una debil sombra de lo que fueron en el pasado. Quedarán esos grandes circos, totalmente reciclados y casi sin animales en los que los artístas se alojan en hoteles entre función y función.
ResponderEliminarUn beso.