"Todo el contenido de este blog (imágenes incluídas) es original salvo enlaces o indicación contraria."

miércoles, 30 de enero de 2013

CRÓNICA DE UN DESARRAIGO

Es casi un tópico que en las películas made in USA, cuando al principio del todo nos enteramos de la historia del protagonista rebelde, nos informan de que ha cambiado de colegio seis veces, de que lo echaron de cinco institutos y de que ha vivido a lo largo y ancho del país y del mundo (que para algo son yanquis), siguiendo a su padre, militar, en sus sucesivos destinos. Si mal no recuerdo, ese es más o menos el caso del protagonista de Oficial y caballero, por citar sólo un ejemplo.
 Supongo que esos personajes se sienten desarraigados, sin un asidero al que anclar su pasado y sin un sentimiento de pertenencia hacia ninguna parte. A mí no me han echado de ningún instituto, pero entiendo muy bien esa sensación. No en vano me he mudado más de quince veces.
 He vivido en una séptima planta y en una casita con jardín junto a la playa, en un apartamento de estudiantes de treinta  metros y en una mansión, en un cuarto piso sin ascensor y en el trastero de un bar, en una urbanización elegante y en el barrio chino de Barcelona, en una casa declarada monumento histórico y en un barrio obrero, en un cuartel, en un pueblo y en un ático de una avenida ruidosa. No cuento hoteles, campings ni estancias cortas en tiendas de campaña. He comprado, alquilado y vivido de prestado. Con mis padres (que no eran militares), con mis parejas, solo y en casa de familiares diversos, cuando mi padre, en uno de sus arrebatos alcohólicos, me echó de casa.

Si hago cuentas, no debo haber pasado más de tres o cuatro años en ningún sitio. A veces sólo unos meses. Alguna vez ni eso. Así que algo sé de mudanzas, de camiones alquilados que he conducido yo mismo, de escaleras estrechas por donde no cabe el sofá, de cajas de cartón llenas de libros, de vecinos nuevos cada cuatro días, de conocidos con los que pierdes el contacto y cuando vuelves a verlos ya no te conocen. Algo sé de eso. De ser de todas partes y de ninguna.
Ya no me preocupa. Ya nunca me paro a pensar de donde soy. No me angustia pensar en esas cosas, ya no. Aunque estoy cansado, mi lugar es ahora y mi casa es esta. De momento.

22 comentarios:

  1. Pues aquí estoy por si te hace falta sal o azúcar. Y por si a medianoche necesitas alguien con quien charlar, dejaré una luz encendida.

    Terrible.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Entiendo este desarraigo porque lo padecí, me mudé doce veces, la más grande de las mudanzas fue la de Italia a la Argentina y allí se sucedieron casas, departamentos pensiones, más departamentos, mono ambientes, de dos cuartos, de tres, acarreando valijas, bolsos, armando y desarmando bibliotecas, camas y sintiendo que no pertenecía a ningún lado, que siempre era el sapo de otro pozo.
    Y que todo sigue siendo transitorio.
    Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mirella S: En realidad es cierto: Todo es transitorio. No sé de qué nos sorprendemos.
      Me ha gustado eso de "ser el sapo de otro pozo".

      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Te iba a hacer un comentario desde el lugar donde nací, me críe, aprendí, sufrí y parece que vivo. Pero no recuerdo cuál es. Es más, no recuerdo si existe ese lugar, la referencia estable. Mejor, no.
    Muy bueno, el análisis de la extranjería emocional. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amando garcía Nuño: Tienes suerte, si tienes esa referencia.
      Gracias por tu benevolencia, amigo. "Análisis de la extranjería emocional". Sin duda eres benévolo, sí.

      Un abrazo.

      Eliminar
  4. A mí me pasa todo lo contrario. Soy de echar raíces. De raíces fuertes y profundas. Me cuesta moverlas. Me pesan las mudanzas. Y cuando las he tenido que hacer me duele despedirme del kiosquero, de la vecina mayor que me invitaba a comer los sábados, del jolgorio del colegio al que daba mi terraza... De niña viví en dos casas diferentes, una en la adolescencia, la residencia los dos primeros años de carrera, un piso compartido los otros tres, vuelta a casa de mis padres y, por fin, mi casa, que compré hace nueve años, tan joven que el notario me preguntó mil veces si estaba segura. Ahora necesito volar, pero, si lo hago, necesitaré saber que este lugar continúa aquí, con mis raíces en conserva.

    Precioso texto, M., por cómo está escrito y por cómo te muestras.

    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dorothy: En realidad, la inmensa mayoría de las veces, esas mudanzas no han sido por elección. Las últimas quizás sí, pero normalmente no podía decidir yo o las circunstancias me llevaban de un lado a otro sin remedio.
      Las mudanzas no son agradables para nadie. Yo las odio y sin embargo, soy todo un experto. Tienes suerte, supongo, por tener ese entorno tan estable y plácido. Yo siento que me gustaría echar raíces también, pero de momento, no estoy seguro de que mi casa sea la definitiva.

      Gracias, Dorothy.

      Un beso.

      Eliminar
  5. El mío es crónico y genético.

    ResponderEliminar
  6. Yo también sé... Hace unas semanas, reflexionaba en otro espacio acerca de ese sentimiento... Acarreo el lastre y a mí, aún me pesa. No tanto el de haber cambiado tanto y creer que aún he de hacerlo, y que en principio, resultara tan contrario a lo que yo sentía dentro mío, sino a sentirte que eres capaz de acoplarte a vivir, casi en cualquier sitio, y a la vez, no sentirte parte de ninguno. En mi caso, sé porqué sucede; digamos que yo misma me he "educado", reseteado, para acabar sintiendo así: una manera de protegerme... Si no te sientes parte de nada, cuando has de marcharte, no te duele... al menos esa es la intención y a mí, me suele funcionar.
    Lo que sí me trae muchas sensaciones extrañas, y así lo expresaba en ese otro lugar, es estar cerca de un lugar que de algún modo, ha sido mío, he pisado, abierto puertas, recorrido lo más íntimo de ese espacio, y sentir que posteriormente, me está vedado, ya no "me pertenece"... Recrear cada rincón de él, y a la vez sentir que estás fuera, y no puedes acceder...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. brisa: Entiendo muy bien ese sentimiento de "no pertenencia". En especial cuando pasas por un lugar donde viviste y al que ya no puedes acceder. Tienes razón. A veces, delante de una casa donde viví, repaso mentalmente las habitaciones, las sensaciones que tuve en cada lugar, la vista que hay desde las ventanas. Me recuerdo a mí mismo asomando entre los barrotes del balcón, cuando era niño, y se me hace raro pensar que ahora viven ahí otras personas y que ya no puedo traspasar ese umbral que un día fue mi casa.

      Eliminar
  7. Y mañana será otra y así. Me pasa lo mismo, no hago cuentas.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jaal: Es lo mejor. No hacer cuentas, te puedes poner terriblemnte melancólico.

      Un saludo y gracias.

      Eliminar
  8. Me produce dolor leer de este desarraigo, y mucho dolor leer dos palabras concretas: arrebatos alcohólicos.

    Buf... no sé qué decir.

    Aunque en el texto (quiero verlo como una texto literiaro, sin pensar que es tu historia)el protagonista narra los acontecimientos como con frialdad y distanciamiento, presiento que una pequeña parte de su corazón es un árido desierto, una franja de tierra de nadie donde el protagonista, AHORA, ya no siente ni frío ni calor, pero sí un vacío grande. Es ese lugar que debió haber estado lleno de cariño y protección.

    No sé, lo leo así. Lo siento así.

    biquiños

    p.d.: al leer este texto recordé otro que escribí yo hace muchos años, creo que en los dos hay un nexo común.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aldabra: Sí, supongo que el protagonista se siente así.

      Avísame si puedo leer tu texto en algún sitio.

      Un beso, Aldabra, y muchas gracias.

      Eliminar
  9. Respuestas
    1. Marlene: Gracias. Me alegra verte por aquí.

      Un beso.

      Eliminar
  10. perdón, se me olvidó ponerte el enlace.

    http://congoyyo.blogspot.com.es/2008/12/y-c-b-e-z-u-d-o-s.html

    biquiños,

    ResponderEliminar
  11. Cómo me suena esto excepto en los arrebatos alholicos, perdí a mi padre siendo una cria. Pero ahora que desde que nació mi hija estoy más o menos quieta, alguna vez he pensado de donde soy. No lo sé y a estas alturas no me inquieta, pienso en lo positivo, lo mucho que he conocido y aprendido, y las muchas anécdotas que hoy tengo para contar de todos los colores, buenas y también malas.

    Besitos

    ResponderEliminar
  12. Me deja usted sin palabras a medida que más ahondo en su blog... Se explica usted demasiado bien. Tanto que consigue que parezca fácil esto de escribir... Aún tengo que darle varias vueltas a este texto, dejarlo reposar y volver sobre él... ¡Tiene tanto!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. NoéAmeLepliage: Es usted muy generosa, sin duda. En todo caso, agradezco sus palabras y su interés.
      Muchas gracias por su visita y su comentario. Si le quedan ganas de volver por aquí en otro momento y dejar un comentario, le ruego que me tutee ;)

      Un saludo!

      Eliminar

SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, NO TE ECHES ATRÁS AHORA. NO ME PRIVES DE SABER LO QUE PIENSAS. TUS PALABRAS ME IMPORTAN.