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martes, 28 de mayo de 2013

VIVIR EN OSWIECIM

Creo que he mencionado alguna vez que me gusta instagram. Y que lo que más me gusta de instagram es la posibilidad de atisbar, mediante imágenes caseras, tomadas por los propios usuarios, la vida de personas de cualquier parte del mundo.
Me emociona ver un amanecer en Australia cuando aquí está anocheciendo. Cómo se vive en un pueblecito de Colombia, los solitarios paisajes nevados de Noruega, las fotos de los niños jugando en una playa del sur, las vistas de Nueva York en la ribera del Hudson, la felicidad de los jugadores de un partido de fútbol en una aldea de África.
Hay cosas que nos dan la oportunidad de sentirnos más humanos porque de alguna manera podemos vernos reflejados en las vidas de los demás. Nos metemos en sus casas a través de las fotos de un cumpleaños, vemos el último pastel de manzana de la madre de la familia, somos testigos del sí quiero de una novia, observamos a los animales de una granja, aprendemos lo que tienen en común las habitaciones de los adolescentes de cualquier parte del mundo... Es mágico.
El otro día se me ocurrió buscar en instagram las imágenes relacionadas con el hashtag #Oswiecim. La verdad es que esperaba encontrar imágenes dolorosas. Algunas muy conocidas a través de películas o documentales, otras no tanto. No me llevó a hacerlo un interés morboso, sino la curiosidad de saber, de primera mano, cómo es ese lugar de Polonia que fue para muchos lo más parecido al infierno. Cómo se conserva, qué vestigios han quedado como testimonios para el futuro... Y sí, encontré lo que buscaba y me ha parecido que las cosas se conservan dolorosamente bien, pero encontré también mucho más.
Imágenes de adolescentes locales fotografiándose haciendo muecas frente a un espejo, fotos de la cancha local de baloncesto, de unos amigos riendo durante una excursión en coche, practicantes de skate con gorras de colores, entradas de un concierto de Sting, una mano sosteniendo un helado de fresa, un cisne en las aguas tranquilas de un estanque, prados verdes y cielos azules. Si alguna vez me pregunté cómo debe ser vivir en Oswiecim en la actualidad, ahora ya lo sé: Con el pasado de cuando los alemanes lo llamaban Auschwitz siempre presente, pero también con una sonrisa y con ilusión en el futuro. Es un sentimiento extraño para los foráneos el contemplar como una ciudad ineludiblemente ligada a la muerte está también llena de vida. Tantos años después.

16 comentarios:

  1. Me mueve el mismo sentimiento, respecto a la red que citas, y creo que suelo hacer lo mismo, y también, aunque de un modo algo distinto, es lo que me movió a leer blogs personales. Supongo que detrás de todo eso, está el deseo de empatizar, de conocer, otros seres humanos que a veces creemos diferentes, y a los que estén en el lugar que estén y sean como sean, les pasan las mismas cosas... siempre ha sido así...
    Yo también he indagado en lugares similares al que citas, y detengo el pensamiento, exactamente en el mismo punto que tú: la reflexión es la misma...
    Un beso.

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    1. brisa: Es cierto lo que dicen; en internet cada cual encuentra lo que busca. Nada es bueno o malo por sí mismo sino que depende de la propia mirada y del uso que se le quiera dar a la herramienta que tengas en la mano.
      Como me gusta la fotografía como medio expresivo, disfruto viendo las fotos de los demás, sin más pretensiones, pero también busco la particularidad y las emociones. Supongo que sí que es algo común con los blogs personales, en mayor o menor medida.
      Hemos llegado a la misma reflexión entonces, y me alegro.

      Un beso.

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  2. La verdad es que comprato mi amor por las páginas de fotos, Flickr, o lo que sea que nos permiten asomarnos a los mundos de muchas ciudades y gentes. Tengo en mis planes visitar Auschwitz. Casualmente, tengo una amiga polaca que vive cerca de mi ciudad, en Dachau, donde se creó el que fuera el primer campo de concentración como experimento. Su abuela polaca no puede ni oír el nombre de la ciudad, ella (la abuela) presenció la muerte de su madre en esa espantosa guerra. Actualmente, mi amiga ha tenido una hija, allí, en Dachau… Al final vuelve la vida.
    Saludos

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    1. Claudia Hernández: La vida y la muerte son parte de la misma cosa, no hay sentido para una sin la existencia de la otra. Al final, por encima de todas las amarguras la vida se impone, y es un consuelo saberlo.

      Un saludo.

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  3. Estuve en Auschwitz hace ya unos tres años... ¡No deja de remover por dentro hasta dónde es capaz de llegar el ser humano! Muchos dicen que para encontrarse a uno mismo hay que viajar por África o ir a la India... Yo me encontre conmigo misma en Auschwitz... ¡Gracias por ayudarme a reencontrarme a mi misma de nuevo, hoy con su entrada! ¡Siempre es un placer leerle o leerte...! ¡Como usted prefiera!
    Un saludo

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    1. NoéAmeLepliage: El ser humano es capaz de lo peor y de lo mejor. Los dos extremos se tocan. No podemos comprenderlo todo.
      Me resulta extraño que alguien pueda encontrarse a sí mismo visitando un campo de concentración, pero quizás tenga mucho sentido lo que dices, no sé...
      Prefiero que me tutees, al margen de la distancia generacional (no sé la edad que tienes). Aquí eso no cuenta mucho.

      Un saludo y gracias por tus lecturas y tus comentarios.

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  4. Me gustó mucho cómo trataste este texto y cómo lo expresaste.
    En esa "curiosidad", el el querer atisbar, hay mucho de interés y de sensibilidad. También del ojo observador del que quiere después traducirlo en palabras.
    Muy pero muy bueno, EME.
    Saludos.

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    1. Mirella S: Me alegra que te haya gustado. No sabía muy bien cómo explicar esas sensaciones. Interés y sensibilidad son dos palabras importantes para explorar lo que nos rodea. Eres muy generosa al otorgarme esa mirada.

      Muchas gracias por todo, Mirella.

      Un saludo.

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  5. Jamás usé esa aplicación, pero tu entrada me hizo dar mucha curiosidad, apenas termine de escribirte este comentario, voy a interiorizarme.
    Buena reflexión, sin dudas.
    Un abrazo.
    HD

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    1. Humberto Dib:

      Espero que te guste, Humberto. La verdad es que puede ser una fuente de hallazgos interesantes para ti. Ya sabes... hay imágenes que encierran una historia, real o imaginada.

      Un abrazo. Es un placer verte por aquí.

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  6. En mis viajes he aprendido que los caminos de la alegría y la tristeza son extraños, retorcidos e incomprensibles. La tristeza se cuela y se adueña de los ambientes y personas a los que jamás pensé que llegaría. Lo mismo que la alegría, que te sorprende explotando donde menos te lo esperas. Por eso no me extraña esa maravilla que cuentas de Oswiecin.
    Preciosa entrada.

    Un beso

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    1. Dorothy: Tienes toda la razón. No podía ser de otra manera, porque considero que tú tienes la percepción exacta, la mirada necesaria para atisbar estas cosas, como periodista y como persona.
      Por supuesto, yo prefiero con mucha diferencia, las explosiones de alegría. Se contagia.

      Muchas gracias, Dorothy. Como siempre, eres muy generosa.

      Un beso.

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  7. Creo que necesitamos saber que las monstruosidades que se cometieron el pasado son imposibles de olvidar, pero la vida siempre se acaba imponiendo con toda su belleza y crudeza. Y esa cotidianidad, nos relaja, suavemente, razonadamente, reposádamente.
    Besos,

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    1. Pat.mm: Creo que debe ser así. Hay que aprender del pasado. No olvidar, para que las cosas no se repitan, pero la vida se impone y es bueno que así sea.

      Un beso.

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  8. No sólo me ha encantado tu texto sino que además has tratado un tema en el que he pensado no hace mucho: la relación Auschwitz- Instagram.
    Yo visité Auschwitz el verano pasado y es un lugar que recomiendo. Como tú dices, no era ni el morbo ni nada parecido lo que llamaba mi atención. A mí me gusta la historia, y llevaba unos cuantos años pensando visitarlo. Al final fui, y aquel día hice bastantes fotos (yo siempre estoy fotografiándolo todo), pero entonces me invadió un sentimiento contradictorio. Por una parte pensaba que aquella recopilación me serviría para después recordarlo mejor, para no olvidarme, pero por otro, era como si un lugar tan desafortunado lo estuviera convirtiendo en un entretenimiento.
    El caso es que hace unos días estaba pensando qué foto podía subir a Instagram (a veces pongo fotos antiguas, de viajes) y me planteé subir una de Auschwitz.
    Al final no lo hice, porque, como has dicho, no sabía si era morboso o no. ¡Siempre ese sentimiento contradictorio! También es cierto que todo depende de la clase de foto. La mía, la que yo escogí como posible candidata, no es macabra ni nada por el estilo, en ella sólo hay un vagón abandonado en mitad de las vías, pero de todas formas no me atreví. La verdad es que yo no he mirado los enlaces, pero es bueno saber que las personas han retomado el curso natural de sus vidas, y que, pase lo que pase, al final el mundo sigue. El tiempo lo cura todo, aunque a veces deja cicatrices.
    Me ha gustado cómo expresas tu deseo de contemplar el mundo mediante Instagram.
    Saludos M. Un tema genial.

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  9. Indira Bas: No creo que el hecho de hacer fotos en Auschwitz pueda tomarse como un acto banal o de entretenimiento. En tu caso al menos, estoy seguro de que no fue así porque tú tenías claro la función de esas fotos y no eran para enseñarlas a los amigos en plan "mira donde he pasado las vacaciones".
    Ante la duda de si una foto pueda ser morbosa o inadecuada, yo opto por no publicarla. No me ha ocurrido muchas veces, pero creo que es lo correcto aunque esa foto pueda tener algún interés.
    Hace años tomé una foto callejeando por Barcelona. Un hombre dormía la mona en el suelo y justo tras de él ofrecía su mercancía el escaparate de una licorería. La verdd es que la imagen tenía mensaje y era curiosa, pero nunca la compartí porque me pareció un poco indecorosa, no sé. Ilustra lo que te digo de que en estos casos es mejor pasarse que quedarse corto.
    Muchas gracias, Indira por tus comentarios. He estado sin internet, pero me pongo al día y te incluyo entre mis visitas imprescindibles.

    Un saludo.

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