"Todo el contenido de este blog (imágenes incluídas) es original salvo enlaces o indicación contraria."

lunes, 22 de julio de 2013

LA SONRISA DE E.

Hace pocos días me enteré de la muerte de E.
Es curioso, pero cuando pienso en ella la veo con dieciseis años o diecisiete, comprando tabaco a medias y fumando a escondidas en la cafetería del instituto, bailando en la discoteca, cogiendo sus primeras borracheras, contándome chistes picantes y que hoy me hacen sonreir por lo ingenuos que eran. La veo con sus faldas cortas y sus zapatos negros de tacón, con sus medias de dibujitos. No importa cuántos años hayan pasado, yo la veo con su pelo rubio y corto y con aquella ingenuidad de entonces. Supongo que en parte, yo también era así.
Recuerdas a las personas como estaban la última vez que las vistes, no importa cuántos años hayan pasado. O en todo caso, aunque las hayas tratado circunstancialmente después, sigues llevando en tu cabeza su imagen de entonces y es esa imagen la que se presenta siempre cuando piensas en ellas.
E. aparece con una cerveza en la mano en una fotografía tomada en el patio del instituto. Todas estaban allí, vestidas y maquilladas como si fuesen a un banquete, para celebrar el día de la mujer trabajadora. Recuerdo que ese día, los chicos entramos en clase primero, sin saber nada, y cuando ellas llegaron, intentando parecer solemnes sin conseguirlo, pero impresionantes, a sus dieciseis años, vestidas para la ocasión, los chicos nos sentimos desubicados primero, y unos piltrafas después. Ellas eran mujeres y nosotros sólo unos críos esperando a que sonase el timbre para salir a darle patadas a un balón.
Pero ese día no hubo balones.
E. era alegre, mucho, era guapa, era inteligente. Por lo que sé, nunca se casó, ni tuvo hijos. Hace poco la vi de lejos en un andén del metro, pero no llegué a hablarle. Lástima, no sabía que sería la última vez que la viera.
No estoy acostumbrado a la muerte de personas de mi generación, es demasiado pronto, y cuando ocurre, me embarga una desazón dificil de explicar y una tristeza que se queda como un poso y no se diluye.
Ahora contemplo a E. en aquella fotografía, rodeada de sus amigas, enseña a la cámara un botellín de cerveza y sonríe. Siempre sonríe.
Es así, con dieciseis años y sonriendo como siempre la recordaré.

10 comentarios:

  1. Y creo que es así como hay que recordar a los amigos de la adolescencia que se fueron antes que nosotros. En los momentos alegres, con las inocentadas de aquellos tiempos, las bromas, las salidas.
    Después los años nos pasan por encima y cambiamos.
    Fui a una reunión de mis compañeros del secundario, nunca había ido antes y había dejado de verlos. Me sentí extraña, éramos tan distintos, no sólo físicamente sino también en la forma de encarar la vida. Unos cuantos habían cambiado mal y la cara y los gestos ya no coincidían con los que habían quedado guardados en mi memoria.
    Quizás haya sido mejor que no te hayas acercado a tu compañera en el metro, porque ahora podés mantener intacto el recuerdo de su sonrisa.
    Un abrazo, M.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mirella S: "Los años nos pasan por encima"... Quizás es así, Mirella, pero me resisto a pensar eso. No sé, creo que aún conservo una visión romántica de la vida, soy vital y si bien es cierto que a veces te tropiezas con alguien a quien conociste en el pasado y te sorprendes del cambio, otras veces no ocurre eso, sino que reconoces en seguida en la persona que tienes delante a la persona que fue, que aún no se ha marchado.
      Nunca he ido a reuniones de ex-alumnos. Me han invitado en alguna ocasión, pero no he ido. Mejor así, hay desengaños dolorosos como tú muy bien explicas.

      Un abrazo.

      Eliminar
  2. Es bueno que puedas recordarla así, no siempre es fácil. Es curioso de lo que nos acordamos cuando estas cosas pasan, de días, detalles y momentos que cuando ocurren no te dejan las sensación de que lo recordarás siempre.
    Desde luego ver morir a alguien de tu generación tan pronto es especialmente complicado , supongo que porque es antinatural y te hace consciente de que no eres inmortal, lo sabes pero te lo demuestra de un modo terrible, a mi me ocurrió con 15 años y fue una fea, muy fea revelación.
    Espero que la desazón pase pronto y que todos los que permanecen cerca de ti te ayuden a cambiar de sensación lo antes posible.
    Un abrazo fuerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Nurocas: Tienes razón. Es sorprendente lo que hace la memoria. Cómo rescata pasajes que creías olvidados y los asocia con personas, con momentos, con sensaciones.
      Sé que vamos a morir. La muerte no me asusta pero sí temo que me llegue antes de haber hecho algunas cosas más. Sobre todo terminar de ver cómo mi hijo crece y se convierte en un hombre, pero también tantas cosas que me quedan por vivir.
      La desazón va pasando, Nurocas. El recuerdo permanece.

      Un abrazo.

      Eliminar
  3. Este texto me tocó, vaya a saber uno por qué, ya que no es que haya fallecido nadie cercano, sin embargo el peso de la realidad tan bien contada fue más potente que la más potente de las ficciones.
    En fin...
    Un abrazo.
    HD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Humberto Dib: Muchas gracias maestro, por tu comentario. A menudo olvidamos que somos solamente un madero flotando a la deriva en un mar tempestuoso.

      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Ah, la verdad que estos momentos, a medida que nos hacemos adultos son más y más frecuentes. Bonito retrato, a través de tus palabras de una época y de E.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claudia Hernández: Es cierto. Estoy seguro de que algunas personas que he conocido y a las que he perdido la pista, no están ya entre nosotros y sin embargo viven en mi recuerdo.

      Muchas gracias, Claudia.

      Eliminar
  5. Es tan real el sentimiento que expresas cuando se recuerda lo que fue una persona en los tiempos de compartir que cuando se cruzan al otro lado de la vida, seguimos imaginando su pasado como presente, quizá porque así nos gusta añorar esos momentos habitados en los que fuimos realidad sin "tapujos". Un abrazo fuerte M.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. LUMI BRAVO HERRANZ: Creo que imaginar el pasado como presente es algo que hacemos más de lo que parece. El pasado como refugio. Por eso, cuando algunas personas faltan, se nos desmorona todo.

      Un abrazo fuerte también para ti.

      Eliminar

SI HAS LLEGADO HASTA AQUÍ, NO TE ECHES ATRÁS AHORA. NO ME PRIVES DE SABER LO QUE PIENSAS. TUS PALABRAS ME IMPORTAN.