EL DOCTOR VENANCI

- !El siguiente!.
- Hola doctor.
- ¿Qué le pasa?.
- Tengo un fuerte dolor aquí, en el abdomen. Justo aquí. Empezó el sábado por la tarde, justo antes de cenar en un restaurante vietnamita. Me tomé una tónica, pensando que era dolor de estómago, pero luego se fue localizando y al fin lo reconocí.
- ¿Ya le había pasado antes?.
- Sí. En navidad. Estuve en el hospital. Cólico nefrítico, me dijeron, más conocido como piedras en el riñón.
- Tiéndase en la camilla, que le miraré a ver. Eso es. No, así no. Tiéndase a lo largo hombre.
- Uf, es que no sé donde tengo la cabeza, perdone.
- A ver... ¿le molesta si le toco aquí?.
- Aaaaaaahhhhhhhh!!!!!!!!!!
- Lo siento, pero es necesario.
- ¿Y aquí, Un poquito más abajo?.
- AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!
- En este otro lado no le molesta, ¿Verdad?.
- Nnno...ahí no.
- Es aquí, ¿verdad?.
-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!
- Ya. Pues sí. Puede levantarse. Parece un cólico nefrítico.¿ Le gustaría que le pusiésemos una inyección de nolotil para que se le calme el dolor?.
- Ssssí...sí...por favor.
- Lástima, porque se han acabado. Por los recortes, ya sabe. Le puedo enviar a urgencias, al hospital, aunque no hay ambulancias, tendrá que coger el autobús o un taxi.
- La otra vez me... tuvieron cuatro horas en un pasillo, sentado en una silla de ruedas y doblado... de dolor hasta que me atendieron.
- Para que vea en qué condiciones tenemos que trabajar los médicos. Porque para ustedes, los pacientes es más fácil... peor es para nosotros, que tenemos que estar aquí ocho horas.

A esas alturas mi mirada era asesina y de haber llevado encima una espada de samurai, probablemente me habría metido en un problema.

- Tómese un ibuprofeno cada cuatro horas y beba mucho líquido y nada de alcohol. Bueno, ¿alguna cosa más?.

Me miraba con una sonrisa beatífica. Son esas ocasiones en que uno quisiera ser Clint Eastwood, pero me aguanté las ganas de cogerlo por el cuello y apretar hasta que se pusiera azul.- ¿Cómo se llama usted, doctor?.-Dije.

Se acomodó en su asiento de cuero negro y sonrió enseñándome los dientes.

- Doctor Romerales. Venanci Romerales. Estaré aquí todo el día, puede venir si se encuentra peor. No cierre la puerta. ¡El siguienteeeeee!

Salí de la consulta con lágrimas en los ojos.